viernes, 27 de enero de 2017

Enseñar a los niños a ser obedientes

Vivimos en un mundo donde los valores morales están desapareciendo; donde es muy fácil para los hijos ser engañados por la tendencia de que desobedecer a los padres “está de moda”. Muchos padres se preguntan cómo pueden enseñar a los hijos las ventajas de la obediencia, así como el reconocer que la desobediencia siempre traerá desventajas. Por regla general se sabe que la obediencia trae como consecuencia la felicidad y la paz absolutas, mientras que la desobediencia acarrea dudas, temor y falta de confianza en las personas. Cuanto antes podamos enseñar este principio a los hijos, mayores serán las recompensas que ellos lograrán en sus vidas. A continuación se detallan cuatro principios morales que en calidad de padres necesitamos enseñar a nuestros hijos, a fin de que ellos puedan decidir prudentemente cuál es el mejor camino a escoger:

Evitar tomar atajos
La mayoría de las personas desobedientes siempre llegan antes porque toman los atajos, conocen mil rutas alternas, no aceptan reglas o simplemente las ignoran y al final se presentan con cara de triunfo: se creen mejores porque lo reciben todo sin esfuerzo alguno; porque realizan cosas que de alguna manera los hace superiores, populares, les da éxito y van adelante. Tenemos que enseñarles a nuestros hijos a ver un patrón en esos casos: por lo general lo que fácil viene, fácil se va. No es tan complicado el buscar ejemplos a nuestro alrededor en donde alguien es obediente y, a diferencia de los anteriores, está dispuesto a aceptar los desafíos, es enseñable y entiende que todo requiere paciencia antes de rendir resultados. Hay que enseñar a nuestros hijos a esforzarse por seguir la vía que les llevará a lograr las cosas honestamente y con sinceridad.
Buscar la sabiduría
Para las personas obedientes no hay salteo de reglas, un solo camino se avista de lejos y el camino recto los mantiene firmes. Además, respetan la experiencia de aquellos que fueron antes que ellos y obedecieron y hubo consecuencias y privilegios. Se complacen, además, en seguir los buenos ejemplos.
Tomar decisiones propias
La mayoría de las personas populares corren donde están las multitudes, y por ellas miden sus decisiones. Hacen lo que todos hacen, pero con el tiempo se dan cuenta cuántas equivocaciones, desilusiones y extravío fueron las consecuencias de haber hilvanado la desobediencia a lo largo de sus vidas, pero lo que más les pesa es que otros decidieron por ellos cuando les seguían. Las personas obedientes, en cambio, toman decisiones propias aunque sean los únicos que están haciendo lo que es correcto y sean objeto de burla o de criticismo.
Hacer lo correcto especialmente cuando nadie está mirando 
El camino del obediente siempre está más claro, siempre despejado, dando más ensanchamiento a pasos prudentes y seguros. En este camino casi no anda nadie, la vía está firme, allí amanece, brilla el mediodía y cuando el atardecer refleja su luz para que marchemos, y demos paso a la noche calma y un nuevo amanecer con esperanza. El hacer lo que es recto también incluye hacer el bien aún cuando nadie está viendo nuestras acciones. 

Cuando los hijos entienden que no hay dos caminos, sino sólo uno que les conduzca a lo bueno y al verdadero éxito, y que el otro no es sino un espejismo, los padres tienen mayor oportunidad de guiarles para que puedan elegir las decisiones que les conduce a una vida completa. Una vida en donde siempre se da más de lo que se recibe, pero lo que se recibe siempre llega a ser suficiente (familias.com).