viernes, 1 de marzo de 2013

El cazo de Lorenzo

Preciosa historia que aborda el tema de la discapacidad en la infancia, aunque, y esto es algo que entiendes después de releerlo y recontarlo varias veces, es un pequeño tesoro que, entre la ingenuidad de sus dibujos y la simpleza de sus textos, encierra otros importantes aprendizajes. 
 
 
Uno de estos mensajes ineludibles es el de la trascendental importancia que tiene para la educación el contar a nuestro alrededor con personas sensibles y cariñosas, con personas dotadas de una mirada especial, de un tacto especial, capaces de acercarse al niño desde el cariño, escuchando más allá de rabietas, de trastadas o risas, entendiendo el mensaje de las necesidades y del cariño que todo niño, toda persona en realidad, entona con frecuencia.
 
Me encanta esa página del libro en que la persona extraordinaria (la maestra, la madre, la amiga, la monitora, la terapeuta,… la “maga”) se acerca a Lorenzo cargada de cariño y le enseña su pequeño cargamento de defectos, su pequeño “cacito verde”, poniéndose a su nivel, mostrándole que nadie es perfecto, que todos tenemos defectos y virtudes. Que a las personas se las acepta y quiere por lo que son, no por lo que podrían ser, ni por lo que deberían ser. 
La persona extraordinaria, con su traje de flores, ofrece a Lorenzo las herramientas para manejarse en la vida con normalidad, para vencer sus miedos, para vivir una vida plena, para ser feliz.

Sería difícil encontrar entre las páginas de los gruesos manuales de pedagogía una descripción más profunda y más detallada de la labor docente. En apenas una docena de páginas, en apenas un puñado de garabatos, queda plasmada la esencia, la magia del proceso educativo, la magia del proceso terapéutico.